El futuro del euro y de la UE al debate por la crisis griega

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La crisis griega dejó al euro en su nivel histórico más bajo en referencia al dólar y despertó temores de que disminuya el crecimiento económico de la Unión Europea por las duras medidas de austeridad fiscal que deben adoptar sus miembros y que incluso hacen peligrar el futuro de la alianza. El viernes, el euro cayó a niveles que no se veían desde octubre del 2008, y llegó a $ 1,23.

Piotr Kaczynsky, del Centro para Estudios Europeos de Bruselas, ve dos temas de fondo en esta crisis: “Una parte de esta crisis de identidad es institucional. Otra histórica. Europa fue durante mucho tiempo centro del planeta. Ya no lo es, pero hay muchos países como Gran Bretaña, Alemania o Francia que no se dan cuenta que solo son relevantes como parte de una unidad superior”, señala.

En lo institucional, los críticos hablan de arteriosclerosis de un cuerpo demasiado grande para tener la vitalidad necesaria en un mundo que gira a una velocidad demencial.

Mientras Grecia tiembla y sufre y se especula contra el euro, a Bruselas solo se le ocurre anunciar que fabricarán “un marco para afrontar las inminentes amenazas a la estabilidad financiera del euro”, señala en una columna en El País de España Xavier Vidal-Floch.

Expertos señalan que falta un liderazgo claro en el organismo regional que pueda enfrentar a las innumerables tensiones políticas: Alemania y sus socios del norte contra los países del sur de Europa, con deficiencias estructurales, economías sin competitividad y lento crecimiento; estados chicos contra grandes, o por intereses regionales, Alemania-Francia frente a Gran Bretaña.

Ni el ex primer ministro belga Herman Van Rompuy a cargo del Ejecutivo ni la laborista británica Catherine Ashton, titular de Relaciones Exteriores de la UE, dos virtuales desconocidos, tienen peso propio como para sentarse a negociar con el presidente de EE.UU., Barack Obama, con su secretaria de Estado, Hillary Clinton, o con el primer ministro chino, Wen Jiabao. Por ello, la canciller alemana Angela Merkel debería asumir un liderazgo más activo a nivel europeo, asegura Roland Sturm, docente de la Universidad de Erlangen.

A esto se suma que la ayuda a Grecia es impopular en Alemania, donde se considera injusto pagar por errores cometidos por otros, y donde la situación interna podría obligar a Merkel a dar la espalda a la Unión Europea, lo que sumado a la incapacidad de Bruselas para liderar una salida a la crisis ha llegado a poner en serio riesgo a la moneda única.

“El peligro es que la crisis griega haga que un sentido latente de frustración y desencanto con la UE alcance su punto de ebullición”, señala Katinka Barysch, analista del Centro para una Reforma Europea.

Asimismo, “se teme que las medidas de austeridad fiscal en Europa desaceleren el crecimiento”, afirma Michael Malpede, analista de Easy Forex. España busca reducir en 15.000 millones de euros (18.450 millones de dólares) el gasto público hasta el 2011, para lo cual bajará el 5% del sueldo de empleados públicos y elimina ayudas y mayores pensiones.

Portugal también bajará el gasto público, recortando el 5% en salarios y aumentando el impuesto a la renta y el IVA.

En respuesta los sindicatos anuncian paros y marchas.

Las protestas pueden extenderse a otros países en apuros, los cuales, si quieren beneficiarse de un fondo de 750.000 millones de euros ($ 922,5 millones), creado por los líderes europeos el pasado fin de semana, deberán tratar directamente con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya advirtió que deberán someterse necesariamente a severos programas de ajuste fiscal.

El Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, vaticina el fin del euro si Europa no soluciona “sus problemas institucionales fundamentales”, que permiten actuar a especuladores.

“Lo que han puesto en marcha es un mecanismo para reaccionar a una crisis pero no es un sistema para coordinar a largo plazo su política fiscal, impuestos, mercados laborales y sistemas de pensiones”, dice Janis Emmanouilidis, analista del European Policy Centre.

“Va a haber muchos años de dolor en el sur de Europa, esto es solo el comienzo”, advierte Charles Grant, del Centre for European Reform en Londres.

Otros indican que el euro tenía un pecado de origen: no se puede tener una misma moneda y autoridad monetaria (Banco Central Europeo) sin tener una política fiscal común.

“Al euro le falta un mecanismo de cohesión entre economías muy diferentes”, dice Ansgar Belke, del Instituto Alemán de Investigación Económica y del Banco Central Europeo.
 

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