Europa intensifica la presión sobre la Grecia de Tsipras

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Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión (izquierda), y el vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, este lunes en Nauen (Alemania). / r. h. (efe)

  • La UE y los mercados rechazan las tesis del primer ministro en su discurso de investidura.

Claudi Pérez Bruselas 9 FEB 2015 - 21:12 CET 

Velan armas, lanzan avisos, aguardan su momento. Europa y Grecia prepararon este lunes el Eurogrupo y la cumbre de esta semana con la habitual cacofonía de voces ya casi típica de los momentos de más tensión en la crisis del euro. Atenas no se movió y reiteró que no pedirá una extensión del rescate, aunque un portavoz del Ejecutivo aseguró que las únicas líneas rojas de Alexis Tsipras son la imprescindible reestructuración de la deuda y un recorte del superávit primario (antes del pago de intereses), totalmente asumibles para los socios. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, intensificó la presión y advirtió a los griegos de que no deben esperar buenas noticias: Europa no asume las demandas de Tsipras y los suyos.

La Unión es especialista en ese tipo de guirigáis que suelen terminar en un pacto de compromiso, tras una puesta en escena subida de tono que se ha repetido una y otra vez en esta Gran Recesión. El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, tiró de metáfora en relación a la necesidad de un tercer rescate y aseveró que “lo que se llama medicina es en realidad un veneno, y lo peor es que el doctor lo sabe”. Tsipras apuntó que su programa de Gobierno (basado en cumplir sus promesas de gasto y en solicitar un acuerdo-puente para cubrir el agujero de financiación, que se sitúa entre 10.000 y 20.000 millones) no es rupturista ni un lastre para los europeos y recordó que los rescates anteriores “no fueron un acto de solidaridad con Grecia sino con los bancos del norte de Europa”.



Tsipras tiene buenos argumentos a su favor: la gestión del rescate griego, protagonizada por el Eurogrupo y la troika, ha sido un verdadero desastre. Pero Atenas tiene parte de culpa en esa gestión, y sobre todo en los excesos de los años precrisis. Ambos bandos se agarran a su respectivo relato: Tsipras afirmó este lunes que va a desmantelar el “cruel” programa de austeridad, y el domingo no dudó en solicitar a Alemania, con voz quebrada, reparaciones de guerra. Pero los dirigentes europeos le siguen bajando al suelo a la menor oportunidad. “Europa respetará a Grecia en tanto que Grecia respete a Europa”, dijo Juncker en Alemania. “Grecia no puede dar por supuesto que el estado de ánimo haya cambiado tanto que la eurozona vaya a asumir sin concesiones su programa”.

Alemania y Francia cierran filas con esa posición. Berlín lamentó el “endurecimiento” del tono de Tsipras y acusó a las “élites” griegas de haber “saqueado” el país, según el vicecanciller Sigmar Gabriel. El ministro de Economía francés, Michel Sapin, hizo un llamamiento “a respetar el resultado de las elecciones griegas”, a la vez que Atenas “respeta las reglas europeas”. Ese es el frontón en el que acaba siempre el debate sobre Grecia.

Y cuidado con los largos peloteos cuando el tiempo apremia. El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, asegura que Grecia tiene como fecha límite el jueves para solicitar una extensión del rescate. Y Atenas se va quedando sin aliados: Varoufakis dijo en la RAI que también Italia se enfrenta a riesgos de insolvencia, lo que provocó las lógicas protestas en Roma. El ministro se estrena este miércoles en el Eurogrupo tras una semana y media en la que ha mostrado tantas dotes mediáticas como escaso talento diplomático. Tsipras se verá el jueves las caras con Angela Merkel, François Hollande y compañía en una reunión de líderes que se adivina tensa. “No creo que se vaya a alcanzar un acuerdo final tan pronto”, avisó Juncker, a sabiendas de que si el rescate expira cualquier cosa es posible, incluso un accidente grave como una salida del euro, para el que varios países preparan planes de contingencia.

“Una salida sucia del rescate, sin un cortafuegos financiero ni un acuerdo-puente tal como quiere Grecia, es ahora mismo lo más probable. Atenas ha hecho concesiones, pero sigue lejos de lo que piden los socios”, cerró Mujatba Rahman, de Eurasia.

FUENTE: El País.
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