Grecia pide al FMI retrasar sus pagos y prepara una contraoferta

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Grecia 
Alexis Tsipras, este jueves en Atenas. / Kostas Tsironis (Bloomberg)
 
  • Atenas gana tiempo para el desembolso de 300 millones de euros
 
Claudi Pérez Bruselas 5 JUN 2015 - 10:30 CEST

Más tensión, más drama, más teatro. La propuesta final de los socios europeos a Grecia no gusta en Atenas, que flirtea desde hace semanas con la suspensión de pagos y trata de negociar alguna concesión de última hora para no tener que traspasar muchas de sus líneas rojas. El Gobierno de Alexis Tsipras pidió este jueves agrupar y retrasar sus pagos al Fondo Monetario Internacional, que suman unos 1.500 millones a lo largo de este mes. Grecia tenía que satisfacer este viernes un primer vencimiento de 300 millones, pero ante sus dificultades de tesorería finalmente lo hará el 30 de junio.




Grecia se acogió este jueves a un tecnicismo que casi nunca se usa y ganó casi dos meses de un plumazo. El Ejecutivo de Tsipras pagará finalmente al FMI a finales de junio: si finalmente no lo hiciera, la cúpula del Fondo no declararía el impago hasta finales de julio, lo que le otorga mayor margen para negociar y, sobre todo, relaja las formidables tensiones financieras a las que están sometidas las arcas de la Hacienda griega. Atenas prepara este jueves un contraataque ante la propuesta final de los acreedores, que ha sentado como un jarro de agua fría en Grecia.

Los socios y el FMI quieren obligar a incumplir muchas de sus promesas: la propuesta, detallada en un documento de siete páginas, ofrece algunas mejoras a Atenas —básicamente, superávits fiscales menos exigentes—, pero supondría otra vuelta de tuerca a la austeridad, acelerar las privatizaciones u obligaría al Gobierno griego a aprobar por la vía de urgencia dolorosos recortes de pensiones. Esas son, básicamente, las medidas que Tsipras se comprometió a evitar antes de ganar las elecciones, hace ya cinco meses.

Desde entonces la vida no ha sido fácil para el carismático primer ministro heleno. Tiene problemas dentro de su partido, con el ala izquierda dispuesta a romper con la eurozona. Tiene dificultades con su electorado, que le apoya masivamente pero quiere un acuerdo que permita a Grecia seguir dentro del euro. Tiene líos con los socios, que le reprochan malas artes en una negociación que ha acabado en un todos contra Grecia. Y tiene las arcas vacías: la economía se ha parado, los ingresos caen y la banca sufre por la fuga de depósitos.

Europa y el FMI saben que Grecia no tiene armas de negociación: apenas la posibilidad de amagar con un impago que podría reeditar la crisis del euro. Y no han cedido apenas nada desde el pasado febrero: la propuesta de los acreedores incluye medidas de una enorme carga simbólica, como eliminar las ayudas sociales a los jubilados con los ingresos más bajos para ahorrar apenas 100 millones de euros. Tsipras se dio este jueves algo de tiempo extra con un ardid para retrasar su calendario de pagos. Pero la hora de la verdad se acerca. Y con la propuesta europea en la mano, no le va a ser fácil firmar el acuerdo sin desatar una tormenta política en Atenas.

FUENTE: El País. 

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