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- Bruselas prevé una caída del PIB en 2013 del 1,5%, el triple de lo pronosticado por el Ejecutivo
- El déficit seguirá disparado hasta 2014

El ministro británico del Tesoro, George Osborne, y el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble en el foro del G20 en México. / EDGARD GARRIDO (REUTERS)
Bruselas no
ve brotes verdes: ni un atisbo de metáfora primaveral asomando por
ningún lado. Las previsiones económicas de otoño, que la Comisión
Europea dará a conocer públicamente este viernes, dibujan un
panorama lóbrego para España y hacen añicos las del Gobierno,
según un borrador al que ha tenido acceso este periódico. Los
pronósticos son simplemente eso, buenos o malos augurios en función
de los indicadores adelantados; está por ver si se cumplen o no.
Pero si los vaticinios de Bruselas se acaban plasmando en la realidad
supondrán un serio boquete en la credibilidad del Ejecutivo: la
Comisión anticipa caídas del PIB del 1,6% este año y del 1,5% el
próximo, y deja la salida del túnel para 2014, con un anémico
avance del 0,5%. La previsión del Gobierno —jalonada con ese
desafortunado “estamos saliendo de la crisis, ya hay señales
esperanzadoras” de la ministra de Empleo, Fátima Báñez— pasan
por una caída algo menor del 1,5% para este año y un retroceso del
0,5% para 2013, que los expertos y ahora Bruselas juzgan
melancólicamente optimista.
Junto a la
laberíntica la salida de la crisis, lo verdaderamente preocupante de
los datos de Bruselas es el déficit público. El sobreesfuerzo del
año pasado sirvió para rebajar el déficit del 9,6% del PIB al
9,4%. El doloroso tratamiento sin anestesia que combina las subidas
de impuestos con los tijeretazos en el capítulo de gastos no
funciona: el déficit acabará el año en el 8%, según la Comisión,
que rebaja esa cifra al 7% si se excluye el efecto de las
recapitalizaciones de los bancos. Para 2013, el agujero fiscal es del
6%, y del 5,8% hasta 2014: ni siquiera con el año adicional que
concedió Bruselas se alcanza el objetivo del 3% del PIB. Eso deja
tres posibilidades. La primera es ampliar los plazos para cumplir las
metas, algo que viene reclamando el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y que en Bruselas va ganando peso a la vista de que hay varios
países en una situación parecida. La segunda es pedir a España
esfuerzos adicionales; lo normal es que a lo largo de los próximos
meses se produzca una combinación de esas dos posibilidades. La
última son las sanciones, poco probables a la vista de que Madrid
está haciendo todo lo posible por cumplir.
El equipo
del ministro Luis de Guindos prevé un déficit público del 7,3%
este año, del 4,5% el próximo y del 2,8% en 2014, muy lejos del
consenso de los analistas y de los datos oficiales tanto de Bruselas
como del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el año próximo y
el siguiente.
El borrador
que maneja Bruselas deja una salvedad en el aire: no contabiliza
totalmente las medidas aprobadas a mediados de año (subida del IVA,
recorte de las deducciones del Impuesto de Sociedades y eliminación
de una paga extra a los funcionarios) porque juzga que aún no es
posible apreciar sus efectos. Pero deja algunos avisos de por dónde
van los tiros: “La consolidación fiscal apenas ha avanzado en los
ocho primeros meses del año”. Buena parte de los recortes se los
ha comido, según la Comisión, “la rebaja de los ingresos fiscales
[consecuencia de la recesión], los mayores pagos por intereses de la
deuda [consecuencia de la presión de los mercados] y el aumento de
las transferencias sociales”, como el subsidio por desempleo. Las
medidas aprobadas en julio, incluyendo la subida del IVA, la paga
extra de los funcionarios y las medidas en el impuesto de sociedades
“deberían tener un efecto considerable en la segunda mitad del
año, así como los recortes en educación de los Gobiernos
autonómicos”, según el citado borrador.
La Comisión
no hizo comentarios ayer a esos datos. Es evidente que sobre todas
las previsiones, las de Bruselas y las del Gobierno, pesan varias
incógnitas, en especial las relativas al efecto de la subida del IVA
(un auténtico experimento social, con el país en plena recesión) y
a la amnistía fiscal. Sin embargo, el vicepresidente y comisario de
Competencia, Joaquín Almunia, dio ayer algunas pistas en Madrid de
lo que piensa Bruselas acerca de España: los Presupuestos del
Gobierno para 2013 y las previsiones económicas asociadas demuestran
los esfuerzos que se están haciendo tanto por el lado de los
ingresos como por el de los gastos, pero el cuadro macroeconómico
que los acompaña está “alejado del consenso”. Almunia incidió
también en que Bruselas tiene la sensación de que España ha negado
la evidencia de la profundidad de la crisis o la necesidad de actuar
a fondo. “La reacción tardía se ha asociado a España demasiadas
veces”, dijo. Durante su intervención en el Foro Nueva Economía
llamó a “no dejarse llevar por el derrotismo” y explicó que la
crisis “tiene solución, será superada y está empezando a ser
superada”.
“Los
árboles no deben impedir ver el bosque”, añadió Almunia. Pero
los árboles son altísimos. Las proyecciones de Bruselas que más se
aproximan a las del Ejecutivo que preside Mariano Rajoy son las
relativas a la deuda pública. E incluso en ese apartado los datos
hablan por sí solos: la deuda acabará este año en el 83,7%, el
próximo en el 89,5% y se irá en 2014 hasta el 93,9% del PIB. No se
vislumbra el momento en que la deuda dejará de crecer, uno de los
datos que más preocupa.
Europa decreta que la única receta posible sigue siendo ajuste y reformas, y seguramente un segundo rescate a pesar de la indefinición del Gobierno al respectopero los ajustes se hacen siempre para volver a crecer, no para acabar de rematar a un enfermo grave, que es lo que podrían provocar algunas de las políticas que se están aplicando —con la velocidad a la que además se están aplicando, frente a los consejos del FMI, que viene advirtiendo de que la reducción del déficit es un maratón y no una carrera de velocidad— si España no sale del actual círculo vicioso recesivo.
Europa decreta que la única receta posible sigue siendo ajuste y reformas, y seguramente un segundo rescate a pesar de la indefinición del Gobierno al respectopero los ajustes se hacen siempre para volver a crecer, no para acabar de rematar a un enfermo grave, que es lo que podrían provocar algunas de las políticas que se están aplicando —con la velocidad a la que además se están aplicando, frente a los consejos del FMI, que viene advirtiendo de que la reducción del déficit es un maratón y no una carrera de velocidad— si España no sale del actual círculo vicioso recesivo.
Fuente: El País.
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