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Alemania
insiste en retrasar la ayuda, redobla la presión para estrechar el
control sobre la disciplina fiscal e impone una desnaturalización de
la unión bancaria
Claudi Pérez Bruselas 19 OCT 2012 - 04:34 CET
François Hollande a su llegada a la cumbre de Bruselas. / JOHN THYS (AFP)
La alta política europea avanza en
círculos. El segundo
rescate español sobrevoló la cumbre de jefes de Estado y de
Gobierno en Bruselas de principio a fin, desde las declaraciones
iniciales en la alfombra roja a las conversaciones de pasillo.
Oficialmente no estaba en la agenda, y el apagón informativo fue
general: se habló de unión
bancaria, del por ahora inexistente pacto europeo por el
crecimiento, del ambicioso proyecto para restañar las grietas del
edificio institucional de la Unión a largo plazo, pero no de España.
Al menos, públicamente.
Rajoy echó balones fuera. "Del
rescate, nada de nada. Nadie ha hablado del rescate ni me ha
preguntado. No hagan mucho caso de lo que vean publicado por ahí.
Hasta que yo lo comunique no habrá nada de nada", dijo al final
de la cumbre. Cabe recordar que el Gobierno negó que iba a solicitar
el rescate bancario la misma mañana que lo pidió.
Y sin
embargo, el rescate está ahí, a la vuelta de la esquina, según
varias fuentes consultadas, casi completamente pactado y solo a
expensas del calendario electoral en algunos países (las autonómicas
gallegas y vascas,
por supuesto, pero también unos comicios locales en Finlandia el 28
de octubre, y el ciclo preelectoral alemán). Todo está preparado
para cuando el presidente Mariano Rajoy considere que la solicitud
está lo suficientemente madura como para que no haya sorpresas de
última hora. Rajoy, la
canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés, François
Hollande, y compañía trataron ese asunto en los aledaños de la
reunión e intentaron hacer el menor ruido posible para prolongar la
relativa tranquilidad en los mercados y esperar a que los últimos
flecos se aclaren, según las fuentes consultadas. Pero España se
resiste a dar el paso porque Berlín sigue siendo el gran miedo de
Rajoy.
El Ejecutivo alemán quiere reservarse una última
baza en lo relativo a las condiciones, en función de un último
examen sobre el estado de la economía española y de la profundidad
de las reformas y los ajustes comprometidos, para apretar las tuercas
o ceder y dar algo más de laxitud, como reclama Madrid. La Comisión
Europea, el Consejo y todos los líderes explicaron que ese paso solo
puede darlo España, y en concreto fuentes de Berlín se agarraron al
discurso oficial en las últimas semanas: "España
es quien debe decidir si pide ayuda o no.
Pero a la vista de los
últimos acontecimientos, es difícil defender que puede quedarse
fuera de los mercados". Alemania, con ese argumento, sigue
retrasando el rescate. Francia lo quiere de inmediato: Hollande acusó
a Merkel de actuar "por intereses electorales" en los
principales debates europeos, que ahora se centran precisamente en
España y en la unión bancaria, que afecta también directamente a
los intereses españoles.
El supervisor bancario único y la recapitalización directa de los bancos europeos fue el otro caballo de batalla de la cumbre, que al cierre de esta edición estaba lejos de terminar, pero de la que no se esperaban ni grandes avances ni diferencias insalvables: el método de Gobierno de la UE se basa en acuerdos que permitan salvar la cara a todo el mundo. El paréntesis en los mercados es demasiado importante para aclarar tanto el horizonte del rescate español como el otro gran elefante en la habitación: la solución a la crisis griega.
El supervisor bancario único y la recapitalización directa de los bancos europeos fue el otro caballo de batalla de la cumbre, que al cierre de esta edición estaba lejos de terminar, pero de la que no se esperaban ni grandes avances ni diferencias insalvables: el método de Gobierno de la UE se basa en acuerdos que permitan salvar la cara a todo el mundo. El paréntesis en los mercados es demasiado importante para aclarar tanto el horizonte del rescate español como el otro gran elefante en la habitación: la solución a la crisis griega.
En
medio de las protestas en las calles de Atenas por el acuerdo entre
el Gobierno helénico y la Troika -ajustes por importe de 11.500
millones más para liberar un nuevo tramo de las ayudas por valor de
31.000 millones-, los socios de la UE tuvieron palabras de aliento
para Grecia. Pero fuentes europeas explicaron a este diario que, una
vez descartada la salida de Grecia del euro, la solución se
retrasará hasta el próximo Eurogrupo: dos años más para cumplir
con los objetivos de déficit (para evitar que la austeridad
estrangule aún más una economía que lleva un lustro en recesión)
y un balón de oxígeno para evitar que la losa del endeudamiento
griego (un 160% del PIB, el doble que España) aplaste cualquier
posibilidad de salida de la crisis.
Paradójicamente, tampoco Grecia figuraba en la agenda oficial de la cumbre, como ocurrió con España. De lo que sí se habló fue de unión bancaria y de un mayor control de los presupuestos nacionales: en ambos asuntos Francia y Alemania mostraron sus diferencias, aunque Merkel y Hollande, que tuvieron una reunión bilateral, avanzaron en una posición común. París y Berlín acordaron completar el trabajo legal para final de año y poner en marcha el supervisor único "en el transcurso de 2013", según fuentes europeas.
Esa no es la rápida decisión que Francia quería: finalmente, como se esperaba, se imponen los argumentos de Alemania, que lleva unas semanas presionando para ralentizar el calendario. La única concesión de Merkel es que, al cabo, habrá supervisor único (y será el BCE) el año próximo: en algún momento llegó a dudarse de que eso fuera posible. Pero eso, muy probablemente, retrasará la recapitalización directa de bancos hasta bien entrado 2014, tal y como avanzó en Tokio hace unos días el presidente del BCE, Mario Draghi.
Demasiado tarde para España. Además, ni siquiera hay calendario para el fondo de garantía de depósitos común y para el mecanismo de resolución de bancos, los dos aspectos más ambiciosos de la unión bancaria. El Eurogrupo debatirá próximamente quién se come finalmente los activos tóxicos que han depositado algunos países en los bancos malos. Fuentes europeas explicaron que las primeras pérdidas corresponderán a cada país, pero hay una posibilidad de que una parte del importe caiga bajo el paraguas del mecanismo de rescate europeo. Eso aliviaría la presión del agujero bancario sobre la deuda pública: permitiría deshacer, al menos mínimamente, el círculo vicioso entre los problemas financieros y los de deuda soberana en casos como el español.
Por lo demás, lo de siempre: Alemania sigue insistiendo en que el problema de la UE es la indisciplina fiscal y llevó a Bruselas una propuesta para crear la figura de un supercomisario europeo que tenga derecho de veto sobre los presupuestos nacionales. El presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, venía con un ambicioso plan que pasa por crear un presupuesto para la eurozona con capacidad para actuar en momentos de crisis, y a la vez obligar a los países a firmar un contrato que les comprometa a la hora de poner en marcha reformas. Merkel aplaudió "los progresos que ha hecho la Unión en la disciplina fiscal", pero afirmó que los socios deberían ir un paso más allá, "dar a Europa verdaderos poderes de intervención sobre las cuentas públicas nacionales".
Paradójicamente, tampoco Grecia figuraba en la agenda oficial de la cumbre, como ocurrió con España. De lo que sí se habló fue de unión bancaria y de un mayor control de los presupuestos nacionales: en ambos asuntos Francia y Alemania mostraron sus diferencias, aunque Merkel y Hollande, que tuvieron una reunión bilateral, avanzaron en una posición común. París y Berlín acordaron completar el trabajo legal para final de año y poner en marcha el supervisor único "en el transcurso de 2013", según fuentes europeas.
Esa no es la rápida decisión que Francia quería: finalmente, como se esperaba, se imponen los argumentos de Alemania, que lleva unas semanas presionando para ralentizar el calendario. La única concesión de Merkel es que, al cabo, habrá supervisor único (y será el BCE) el año próximo: en algún momento llegó a dudarse de que eso fuera posible. Pero eso, muy probablemente, retrasará la recapitalización directa de bancos hasta bien entrado 2014, tal y como avanzó en Tokio hace unos días el presidente del BCE, Mario Draghi.
Demasiado tarde para España. Además, ni siquiera hay calendario para el fondo de garantía de depósitos común y para el mecanismo de resolución de bancos, los dos aspectos más ambiciosos de la unión bancaria. El Eurogrupo debatirá próximamente quién se come finalmente los activos tóxicos que han depositado algunos países en los bancos malos. Fuentes europeas explicaron que las primeras pérdidas corresponderán a cada país, pero hay una posibilidad de que una parte del importe caiga bajo el paraguas del mecanismo de rescate europeo. Eso aliviaría la presión del agujero bancario sobre la deuda pública: permitiría deshacer, al menos mínimamente, el círculo vicioso entre los problemas financieros y los de deuda soberana en casos como el español.
Por lo demás, lo de siempre: Alemania sigue insistiendo en que el problema de la UE es la indisciplina fiscal y llevó a Bruselas una propuesta para crear la figura de un supercomisario europeo que tenga derecho de veto sobre los presupuestos nacionales. El presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, venía con un ambicioso plan que pasa por crear un presupuesto para la eurozona con capacidad para actuar en momentos de crisis, y a la vez obligar a los países a firmar un contrato que les comprometa a la hora de poner en marcha reformas. Merkel aplaudió "los progresos que ha hecho la Unión en la disciplina fiscal", pero afirmó que los socios deberían ir un paso más allá, "dar a Europa verdaderos poderes de intervención sobre las cuentas públicas nacionales".
Fuente: El País.
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